ABP: Primera unidad, reto nº 1


     Hablar sobre la enseñanza directa resulta una tarea sencilla puesto que la mayoría de nosotros ha recibido este tipo de educación tan arraigada en nuestro sistema educativo. Sigue siendo la metodología más utilizada en las aulas: el profesor posee el conocimiento y lo comparte con sus alumnos, estos lo memorizan y lo retornan al profesor por escrito en un examen que les otorgará una calificación numérica. Aunque, no es tan simple como parece. 

     Si bien es cierto que la memorización automática no supone ningún progreso en el aprendizaje de los alumnos, la memorización comprensiva es indispensable en todas las disciplinas. Decía Platón que "saber es acordarse" y para recordar debemos echar mano de nuestra memoria. Pero para conseguir retener la información es necesario relacionarla con otros contenidos que ya poseamos y crear así una red de conocimiento conectada y perdurable. El aprendizaje significativo permite esa estabilidad cognitiva por lo tanto nuestra labor consiste ,principalmente, en aplicar la metodología más acorde a cada situación educativa que permita la creación de este aprendizaje significativo.

     He de admitir, como alumno que fui de esa enseñanza directa, que no recuerdo actualmente muchos de los contenidos que en su momento me calificaron como "aprendidos" pero debo también reconocer que sí desarrolle una disciplina de trabajo y estudio, un mecanismo de aprendizaje, una constancia y una atención que me han permitido desarrollarme como individuo y convertirme en docente.

    ¿Por qué "defiendo" esta metodología? No nos equivoquemos. No es lícito desechar lo tradicional por obsoleto y sustituirlo sistemáticamente por lo actual y tecnológico, ni tampoco resulta productivo mantener una metodología incoherente con la nueva realidad de la enseñanza, dicho de otro modo, realizar un dictado en clase de lengua nos hace pensar en una metodología anticuada y caduca pero si la corrección de este dictado la realiza otro compañero (en vez del profesor) poniendo en práctica la coevaluación, y aprovechamos una aplicación para proyectar el dictado que nos permita enlazar las palabras con las reglas de ortografía, otros ejemplos o actividades autocorregibles, estaremos utilizando una metodología mucho más activa.

     Desarrollar esta metodología dinámica y participativa permite conectar mejor con los alumnos y nos aproxima a la educación del siglo XXI pero sin menospreciar cualquier tipo de aportación que nos pueda resultar de utilidad para lograr nuestros objetivos. 

    Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras (aunque no sea del todo cierto) por lo que quiero compartir con vosotros una viñeta de Néstor Alonso que sintetiza perfectamente esta situación:

     

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